Top Gun: Maverick y el futuro del cine

Tras más de 30 años, finalmente, con pandemia por el medio, tenemos secuela de Top Gun. Es la primera vez que en Hollywood se produce un lapso de tiempo tan grande desde el estreno de la película original y su secuela. Según los responsables, encabezado por Tom Cruise, los motivos no eran falta de interés en una continuación, nada más lejos de eso, Top Gun (1986) fue un éxito arrollador, algo relativamente inesperado (históricamente las películas de aviones nunca fueron grandes éxitos de taquilla), y Top Gun rompió los pronósticos: reventó la taquilla mundial, las listas de reclutamiento al ejército americano y catapultó definitivamente la carrera de Tom Cruise.

Un revisionado reciente de la original me reafirma en la valoración que siempre he tenido de ella y es que la sigo considerando una mamarrachada, típico producto Jerry Bruckheimer-Don Simpson, pero es una mamarrachada con estilo y por eso, aún hoy en día, con todas las limitaciones y carencias de una historia descerebrada, sigue funcionando y siendo verdaderamente entretenida.

Junto al carisma de los actores protagonistas, uno de los principales responsables fue el malogrado Tony Scott que, tras su debut cinematográfico en The Hunger (1983), impuso su oficio y visión sobre el look que debía tener Top Gun, definiendo durante muchos años después la estética del cine de acción de finales de los 80 y ya hasta entrados los 90 con Michael Bay como ejemplo más reconocible recogiendo el testigo.

Top Gun Maverick mantiene la estructura de la original y algunos de sus logros estéticos, junto a la dosis necesarias de nostalgia, pero bien dosificadas con los nuevoes elementos. Lo más interesante para mi, y el motivo por el que no hago una crítica clásica es que en el contexto actual del cine, Top Gun Maverick, tiene un papel más importante sobre el futuro de las salas de cine del que cabría en un blockbuster palomitero más.

Tom Cruise es Maverick

Maverick sigue siendo un piloto temerario e indómito, tras 30 años de experiencia en el ejército todavía conserva el rango de capitán en un mundo cada vez más modernizado y que no tiene recorrido para hombres como él. Aún así, tras estrellar un avión supersónico durante unas pruebas, y por iniciativa de su viejo amigo Iceman, se le encarga regresar a la academia Top Gun para formar a un nuevo escuadrón que tiene una peligrosa misión en territorio enemigo. Tras varios intentos de entrentamiento fallidos, Maverick, ante la elevada dificultad de la misión, tendrá que participar junto al resto de pilotos para guiarlos a la victoria.

No hay que ser muy brilante para detectar el paralelismo entre Maverick, llevando a cabo una misión para derrotar a los «malos» (igual que en la original los villanos son de un país indefinido) y el propio Tom Cruise cuyo destino vital es salvar el cine.

Con 60 años, Cruise es, quizás, la última estrella de Hollywood, en el sentido más clásico. Capaz de aglutinar sobre su figura película y personaje. Y con el carisma suficiente para haberse labrado una carrera fructífera sin tener el rango actoral más amplio que otros actores de su generación. Esas características, unido a su personalidad perfeccionista y ambiciosa (rozando la locura) le ha hecho trabajar con algunos de los mejores directores de la historia del cine reciente: Coppola, Scorsese, De Palma, Stone, Spielberg, Tony y Ridley Scott, Mann o Paul Thomas Anderson.

Su compromiso con las salas llega hasta tal punto que Cruise interrumpe los tráilers y la publicidad para salir él mismo en pantalla, dando las gracias a los espectadores de la sala por acudir e insta a disfrutar del visionado de Top Gun Maverick.

Tras superar la barrera de los mil millones en recaudación y con la importancia que tiene ese dato, no se olvida de su papel fuera de la pantalla como valedor de las salas de cine. Retomaré más adelante esta observación.

Los elementos físicos en la experiencia cinematográfica

Si hay un aspecto que destaca en esta nueva entrega de Top Gun es la puesta en escena. Todo un logro técnico que se haya podido filmar con cámaras de cine dentro de aviones de guerra, con los actores interpretando y pilotando a la vez. Era la decisión más coherente e inteligente, todo de la mano de Tom Cruise que es el verdadero impulsor de esta decisión. Consciente de la necesidad de realizar algo diferente y llevar al límite las escenas en los aviones.

Hay tres ideas detrás de esta decisión, la primera, romper con lo realizado en 1986, la segunda, transmitir el máximo realismo partiendo de elementos tangibles, dejando los efectos digitales para detalles y aspectos donde no se puede llegar con efectos prácticos. Y, la tercera, la más importante, orientar el espectáculo al disfrute en una sala de cine. No es solamente una decisión artísica, capricho o locura del cienciólogo más célebre, sino que va en consonancia con la intención de llevar a la mayor cantidad de gente al cine.

No sé si existe otro precedente donde la estrella protagonista es instructor en la ficción y la realidad. Todo el programa de entrenamiento previo al rodaje fue diseñado por el propio actor para el resto del elenco.

Cine de superhéroes vs Blockbuster clásico

El punto anterior, me permite enfrentar la propuesta de Top Gun frente al cine superhéroico que puebla las taquillas e incluso la forma de narrar las historias en el blockbuster hollywoodiense.

No puedo dejarme atrás un detalle importante, antes de seguir con el análisis de este apartado, y es que seguimos dentro de un ambiente «seguro» para la compañía, en este caso la Paramount, que pone el dinero y distribuye. Al final, Top Gun Maverick, no deja de ser una secuela con un protagonista e idiosincrasia ya conocida por todos. No ofrece nuevos personajes o universos originales, sino que parte de lo ya establecido o creado previamente, igual que las películas de superhéroes u otras franquicias.

Pero, como buena película nostálgica que es, también escapa a la forma de contar historias del cine superherorico o de la narración habitual del blockbuster. La estructura es muy similar a la original por lo que no adoloce de los problemas narrativos que muchas producciones actuales sufren.

Hay una presentación que sirve para recordar a los espectadores quién y cómo es Maverick, para saltar al nudo y desde ahí desarrolla las relaciones de todos los personajes, con «set-pieces» en los aviones incluidas y finaliza con el desenlace concentrando toda la acción para ese momento y dejando un breve cierre para finalizar las tramas abiertas con los personajes principales.

Por desgracia, este tipo de estructuras, ya no son las predominantes. El cine de superhéroes y las series de televisión han forzado a adoptar una narrativa, que en muchas ocasiones se convierte en anticinematográfica. Pura opinión personal: abundancia de primeros planos, escenas con diálogos interminables para explicar detalles de la trama que se pueden resolver con una narración visual. Además, la necesidad de ampliar los universos y crear franquicias, fuerza a que los desenlaces sean cada vez más y más previsibles.

Salas vs Streaming

La propia Paramount quería que esta nueva Top Gun fuese la estrella del catálogo en su plataforma de streaming: Paramount +. Cruise, se negó y lo hizo en un momento crítico, porque la última entrega de Misión Imposible, que todavía se está filmando, ha generado, culpa de la pandemia, gastos adicionales y retrasos que a la Paramount le estaban generando demasiada incomodidad como para mantener los caprichos de Cruise.

Finalmente, Top Gun Maverick se convierte en un rotundo éxito de taquilla. La más taquillera de la filmografía de Tom Cruise y corona a Cruise como el último adalid de las salas de cine. Pero, no ha sido el único salvador.

Desde el comienzo de la pandemia, hay un recorrido de películas, de un perfil similar a Top Gun Maverick, que han pasado por salas, en muchos casos por impulso de sus directores y que han mantenido viva la maltrecha salud de los cines.

Siguiendo un orden cronológico, y bajo mi punto de vista, hay dos ejemplos claros: el primero es Tenet (2020). En plena pandemia, Nolan, decidió mantener el lanzamiento en salas, pese a la presión de Warner por llevarla al streaming. Obviamente, sin una promoción canónica, y una grave situación pandémica en agosto de 2020, no iba a generar una afluencia masiva a las salas y lo lógico fue lo que acabó ocurriendo, un fracaso de taquilla.

Dune (2021) es la otra cinta que por empuje de su director frente a, de nuevo, la Warner, logró que tuviese una amplia ventana en salas antes de terminar en la plataforma HBO Max. Y, ahora, Top Gun Maverick, que, coincidencia o no, tras su estreno, sí que le ha dado impulso a las salas y películas que, habitualmente, no tenían un recorrido en taquilla reseñable y han recacudado mucho más de lo esperado. Hablo de películas pequeñas de corte independiente como Todo a la vez en todas partes o Black Phone. Incluso el biopic de Elvis, de Baz Lurhmann, que por fecha de estreno y las características de la película podría haber fracasado en taquilla.

Con estos antecedentes, Cruise no es el único que quiere salvar el cine, pero sí que le doy el crédito por ser el único de entre las estrellas/productores que sabe cómo funciona el negocio de Hollywood y qué tipo producto es el que deben cuidar y producir que es el que Top Gun Maverick proporciona al espectador.

Han dejado morir el formato físico, no puede ocurrir lo mismo con las salas, son muchos puestos de trabajo y el streaming es una burbuja a punto de explotar que se va a llevar a mucha gente por delante. Sólo tenemos que fijarnos en el caso de Netflix y el desplome de sus acciones, la caída de suscriptores y sumado a su modelo de financiación no le auguran un próspero futuro.

Ya para ir recapitulando y cerrando esta entrada. Top Gun Maverick no es una obra maestra, ni siquiera una gran película e incluso, discutible, si es deja de ser un simple entretenimento. Sea lo que sea me queda claro que es honesta hacia al espectador, con el objetivo de entregarle la mejor experiencia audiovisual posible: bien realizada, cuidada y con todos los medios posibles al alcance.

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