Hacía ya mucho tiempo que no publicaba nada en el blog, tendría que revisar la fecha exacta para saber cuándo fue el último post.
De todos modos me apetecía volver a compartir algo y me topé con este vídeo que realiza, en poco más de tres minutos, un veloz repaso a la evolución de los efectos visuales.
Antes de nada, me desentumeceré, ya que ha sido mucho tiempo el que hemos pasado sin nuevas entradas. Y todo el mundo sabe que este tipo de ejercicios, practicados de forma tan espaciada en el tiempo, no pueden ser buenos para la salud. Espero que, precisamente pensando en la salud de tus seguidores (concretamente aquellos que entran a las tantas de la mañana) retomes con cierta asiduidad el blog.
Una vez avisado, continuaré comentando el vídeo. Lo que se nos presenta es una sucesión de cortes que ordenados de forma correlativamente cronológica nos aluden, sin necesidad de más referencias, a la evolución de los efectos visuales en el arte cinematográfico. Por un lado, la historia de los efectos visuales es, sustancialmente, la historia de una evolución técnica, desde los básicos procesos de modelado hasta la modernos efectos digitales. Personalmente, rompo una lanza a favor de las técnicas más rudimentarias que, aunque hoy parezcan absolutamente inocentes y pueriles, nos desvelan mucho más sobre la capacidad que los directores tenían para entender el medio y el lenguaje cinematográfico. Por eso, y más en estos casos, el efecto visual no se puede entender de forma independiente al montaje. Dos ejemplos muy potentes que responden a esto, y que aparecen en el vídeo, son, sin lugar a dudas, Eisenstein y Welles.
En cambio, los efectos visuales actuales, dominados por lo digital, caen muchas veces en un uso banal. Se utilizan continuamente como sustitutivo de todo, de forma que hay películas que no son más que una retahíla de efectos visuales. Son pocos los directores, hoy en día, que saben utilizar coherentemente los efectos visuales y no caen en la común propuesta de continua excitación efectista que es absolutamente absurda. Creo que también se podría relacionar con el tipo de cine que se hace actualmente, y con la profunda crisis de ideas existente. Esto podría ser un buen tema para una entrada, ahí lo dejo caer.
Por ejemplo, y a este respecto, entiendo la relación «armónica» entre cine y literatura, pero pienso que los títulos que han sido previamente obras escritas está aumentando exponencialmente. Citaré lo que me viene a la mente: «El perfume», «El niño del pijama de rayas», «El Atlas de las Nubes», «Vida de Pi», «Los ojos amarillos de los cocodrilos», «El erizo», «El médico», etc. y a sumar bets-sellers, claro: todo lo que haga Dan Brown, toda la saga Harry Potter, la trilogía Millenium, la sagra Crepúsculo, etc. No nos olvidemos del regreso a obras más clásicas: «Los miserables» (aunque es verdad que viene más por el musical que por la obra de Víctor Hugo), «El gran Gatsby» de S. Fitzgerald o «La espuma de los días» de Vian. Por descontado queda toda la producción que viene del cómic. El resultado anual expone que la obra original es, comparativamente, muy reducida
Retomando el hilo, la historia del cine es la historia de los efectos visuales. ¿Qué sería de las películas de ciencia ficción sin los efectos visuales?
Y, si nos paramos a pensar, el cine es, en sí mismo, un efecto visual, producto de su propia técnica. Nació como un espéctaculo visual que buscaba afectar profundamente al espectador desde sus primitivos orígenes a través de panoramas, cosmoramas, polioramas, estereóscopos o desde la mísmisima linterna mágica.
Hace un tiempo, en una entrada en la que habías subido un vídeo con un montón de planos, proponías jugar a adivinar la película correspondiente. ¿Se atrevería usted a hacer lo mismo con el vídeo que ha puesto en este post?
Suena a reto, pues sí, lo es. De entre todas, y si no me equivoco, hay una ausencia que me parece muy destacada y es la de «Napoleón» (1927) de Abel Gance, puesto que el uso de innovaciones técnicas en esta película es de sobra conocido.
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* Dos alusiones más sobre posibles entradas:
1) Hacen falta los «Animus Criticandi», esas entradas en las que te pones el sombrero de crítico, de la «Espuma de los días» de Gondry y de «Gran Hotel Budapest» de Anderson. Ya que los habías comentado en el blog, lo justo es aportar una crítica personal. Me tienes a la expectativa.
2) No puedes faltar a tu cita anual con los premios galos. Algo de Cannes habrá que rescatar.